Vehículos Autónomos: La Ilusión de la Inteligencia Artificial Autónoma
La verdad detrás de los vehículos autónomos de Waymo
Los vehículos autónomos de Waymo y la farsa tecnológica: A pesar de las grandes promesas y campañas publicitarias que pintan un futuro sin conductores, los vehículos autónomos de Waymo todavía enfrentan serios problemas para operar de manera completamente independiente, especialmente en condiciones meteorológicas adversas como la lluvia. ¿Qué está ocurriendo realmente con esta tecnología supuestamente revolucionaria?
La Dependencia Humana en la Tecnología Autónoma
Joanne McNeil, autora de “Lurking” y “Wrong Way”, documenta su experiencia con los vehículos autónomos de Waymo en Phoenix, Arizona. En su libro, narra cómo, bajo la lluvia, estos vehículos no podían funcionar de manera autónoma y requerían la intervención constante de un conductor humano. Esta situación es una muestra clara de cómo la tecnología, que se vende como completamente autónoma, en realidad depende en gran medida de la supervisión y acción humana.
“Los vehículos autónomos de Waymo son como marionetas sin su titiritero bajo la lluvia”, comenta McNeil, ilustrando con ironía la precariedad de esta supuesta autonomía. Esta dependencia no solo pone en duda la funcionalidad prometida de estos vehículos, sino que también revela una verdad más oscura sobre el empleo en la economía digital.
El Proletariado de la IA
McNeil argumenta que esta dependencia humana en la tecnología autónoma representa una nueva clase de trabajos precarios en la gig economy, donde los seres humanos se disfrazan de automatización. En “Wrong Way”, explora cómo estas empresas crean empleos que, aunque inicialmente pueden parecer bien remunerados y flexibles, rápidamente se transforman en roles menos rentables y más inestables.
“Trabajos que comienzan como un sueño de flexibilidad y buenos ingresos, pronto se convierten en una pesadilla de inestabilidad financiera y deshumanización”. Este fenómeno se observa también en otros roles de la gig economy, como los conductores de Uber y los compradores de Instacart, quienes ven disminuir sus ingresos y estabilidad con el tiempo. ¿Es esto realmente el progreso que la tecnología nos prometió?
La Mercantilización de los Datos y la Falta de Empatía
Además de la explotación laboral, McNeil critica la mercantilización de los datos personales de los usuarios. “El uso de datos personales como entrenamiento para modelos de IA deshumaniza y explota emocionalmente a las personas”. Un ejemplo claro es cómo los tuits personales se utilizan para entrenar modelos como ChatGPT, destacando la falta de empatía de las grandes empresas tecnológicas que valoran más los algoritmos que las conexiones humanas.
“Sam Altman, CEO de OpenAI, con su referencia a la película ‘Her’, ejemplifica perfectamente cómo estas empresas priorizan la tecnología sobre la humanidad”, comenta McNeil. La escritora resalta la ironía de una sociedad que, en su búsqueda de progreso, termina sacrificando los valores humanos que debería proteger.
Proteger a los Trabajadores y Usuarios: ¿Es Posible?
La protección de los trabajadores y usuarios frente a la explotación por parte de la IA requiere un enfoque basado en los derechos humanos. La privacidad y la protección de datos deben ser pilares fundamentales a lo largo de todo el ciclo de vida de la IA. Es crucial establecer marcos legales que respeten el derecho internacional y la soberanía nacional en el uso de datos.
“La tecnología no solo crea nuevas oportunidades, también es clave para responder a los retos del mundo”, como recuerdan desde HP. Las soluciones digitales tienen el potencial de impulsar el progreso en áreas críticas como los derechos humanos, la igualdad digital y la acción climática. Sin embargo, este progreso debe ir acompañado de políticas públicas que modulen el impacto del cambio tecnológico.
“La revolución tecnológica actual genera tanto fascinación como ansiedad”, opina McNeil, destacando la necesidad de adaptar nuestras instituciones y políticas a estos cambios. La seguridad jurídica es esencial para fomentar nuevas tecnologías y modelos de negocio, y las políticas de fomento de la competencia pueden ser un acicate para la innovación, tanto en la reducción de sectores protegidos por regulaciones como en la prevención del abuso de posición dominante por parte de gigantes tecnológicos.
La Responsabilidad Social de las Empresas
La responsabilidad social es clave para unir cambio tecnológico y progreso económico. “Recordemos a Gutenberg, el padre de una de las tecnologías que más ha influido en la historia de la humanidad”, sugiere McNeil, señalando que el uso responsable de la tecnología puede traer prosperidad para la mayoría de la población.
“¿Estamos preparados para sacrificar nuestra humanidad en aras del progreso tecnológico?” Esta pregunta queda en el aire, invitando a los lectores a reflexionar sobre el verdadero costo del avance tecnológico. “¿Podemos encontrar un equilibrio entre innovación y humanidad, o estamos condenados a repetir los errores del pasado?”