Una compañía de automóviles inglesa desea cambiar la manera en la que las compañías constructoras de automóviles diseñan y comercializan los vehículos sostenibles, y han diseñado el Rasa, un coche que emplea una célula de hidrógeno en vez de carburantes fósiles y que tiene una autonomía de unos cuatrocientos noventa kilómetros. El vehículo tiene en cada rueda un pequeño motor que transforma la energía usada al frenar en energía eléctrica para mover el vehículo.
También es interesante que no puede comprarse, pues los usuarios firman contratos mensuales en los que aceptan los costos de mantenimiento del vehículo y solo lo usan cuando lo necesitan. Así la compañía garantiza un mínimo impacto ambiental.
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