Afirma un proverbio que «un ejército de ovejas dirigido por un león podría derrotar a un ejército de leones dirigido por una oveja.» ¿EL PODER CIUDADANO Y LA MEDIOCRACIA?
Cada vez con más frecuencia, en diferentes campos institucionales venimos observando la mediocridad, o sea el poco mérito, tirando a malo, de aquellos que ostentan puestos de representatividad y responsabilidad.
Si no fuera porque implican tener que dirigir, gerenciar o bien, como se afirma en nuestros días, liderar a conjuntos de personas o bien instituciones parecería que vivimos una conjura de los necios, o viceversa.
MEDIOCRACIA: CUANDO LOS MEDIOCRES LLEGAN AL PODER ALAIN DENEAULT – EMPIEZA A LEER EL LIBRO AQUÍ
Sin duda estos y estas ocupan los terrenos abandonados por quienes tienen el talento y la inventiva para los nuevos tiempos.
La «Mediocracia» se refiere al control que ejercen los medios de comunicación mediante la difusión de mensajes políticos con el fin de influir en la intención del voto de los ciudadanos, y direccionar su elección hacia un partido político específico.
Para saber cuáles son estas cracias podemos ver ciertos ejemplos frecuentes del mundo educativo, más absolutamente, extrapolables a otros: la burocracia, caracterizada por el olvido de los fines, la formalidad absurda y también superflua y el papeleo, si bien sea digital; la cuantitocracia, o bien la necesidad de medirlo todo numéricamente, para eludir tener que explicar por qué sucede lo que ocurre; la calitocracia, o bien referencia continua a la aparente y baja calidad de los sistemas; la evaluacracia o bien referencia a que todo ha de ser evaluado para prosperar, más sin la menor autocrítica y confundiéndose con el mero control.
Estamos dirigidos por burros listos, permítasenos la aparente incongruencia, que lejos de servir a los fines para los que habrían de designarse, nutren la Mediocracia en la que se sostienen y de la que viven con sus privilegios.
Lógicamente, la comunidad o bien el conjunto dirigido tiene su responsabilidad, cuando no hacen frente, ni tan siquiera en mínimo grado, a tal abuso que, indudablemente, nos lleva a la coherente podredumbre ética. No cabe duda de que denunciar semejante régimen de funcionamiento requiere osadía y aceptar unos costos que, como no sea en unión de otros, son bastante difíciles de encarar.