
Esos animales que menos miedo tenían de los humanos, se acercaban más a ellos y obtenían más comida. Y esos lobos con menos miedo genéticamente estaban determinados por los genes de la cresta neural. “Podemos imaginar mutaciones en la cresta neural en lobos que van reduciendo la agresividad. Si esos lobos se aparean con otros que además tienen mutaciones en su genoma, quizás, sean más mansos. Al final no es solo una mutación, sino una acumulación durante una cantidad enorme de años que acabaron transformando al lobo ‘feroz’ en uno bastante más como de la familia.
