¿La WEB está acabando con su propia esencia? ¿Vuelve la WEB retro a salvar su futuro?
Estamos en mayo de 2025 en Europa, y la WEB parece un viejo espejo empañado por algoritmos. Ya no brilla como antes. O al menos no del mismo modo. Los enlaces se desvanecen, las fuentes se ocultan, y una niebla de inteligencia artificial cubre la pantalla. Algo se está apagando, aunque la pantalla siga encendida.
La WEB existe, pero ya no se pulsa, se desliza. No se explora, se consume. No se abre, se escanea. Y eso, querido lector, tiene más consecuencias de las que imaginamos.
Recuerdo bien aquel tiempo en que abrir una página web era casi un ritual. Una especie de visita digital donde uno llegaba, curioseaba, leía, se enredaba entre hipervínculos. Había algo de descubrimiento, de juego incluso. Ahora, sin embargo, las preguntas que lanzo al buscador ya no me llevan a ningún sitio: me devuelven un resumen, una respuesta envuelta en sintaxis robótica y sin puertas de salida. Apenas un icono gris me dice que aquello fue extraído de otro lugar. ¿Pero quién se molesta ya en hacer clic?
Origen: ¿Está muriendo la WEB como la conocíamos? – RED INFO
La WEB sin clics no dispara tráfico
Los datos duelen más que cualquier metáfora. Me cruzo con cifras que no se pueden ignorar: JotDown, referencia en contenido de fondo, ha perdido en apenas cinco meses un 35,8 % de lectores. Las sesiones caen un 40,5 %, las páginas vistas un 15,9 %. ¿La culpa? Google ha reducido en un 31,8 % el tráfico que les envía. Facebook, en un 35 %. Twitter, en un 56 %. Y no, no es un desliz de los algoritmos. Es una tendencia. Una mutación silenciosa.
La WEB, tal como la conocíamos, está siendo masticada por asistentes digitales que te ahorran el esfuerzo de visitar nada. Te leen el libro y te entregan el resumen en una bandeja, sin que te enteres de la historia ni del autor. «La web, tal como la conocíamos, está dejando de existir.» Eso lo escribió Ángel L. Fernández Recuero y, al leerlo, siento un chispazo en la nuca. No es nostalgia: es alarma.
Web en transición retro-futurista
La navegación que conocíamos —hecha de enlaces azules y decisiones espontáneas— se está diluyendo como tinta en el agua. Las interfaces actuales, diseñadas para responder, no para redirigir, nos anclan en un mundo sin puertas. Pongo a prueba esto: busco en Google una reseña en un blog pequeño. Me aparece un resumen aséptico, funcional. Y una nota, casi oculta: «Leer más». ¿Pero quién lee más cuando ya le han contado todo?
Eso es lo siniestro: las máquinas no ocultan, simplemente no muestran. El vínculo está ahí, pero no brilla. No llama. No provoca. Como una calle sin cartel.
“La IA responde, pero no pregunta. Solo el humano sabe dudar”
Tim Berners‑Lee, el hombre que tejió la primera WWW, lleva años advirtiendo que hemos cercado el jardín. Sin URL, no hay libertad. Sin enlaces, no hay discurso. Las apps como Facebook o TikTok han convertido Internet en patios cerrados. Espacios donde nada entra ni sale si no es por la puerta oficial. ¿Y sabes qué pasa con los jardines cerrados? Huelen bien, pero no crecen.
Los viejos buscadores ofrecían senderos. Ahora ofrecen conclusiones. Y esa diferencia, aunque sutil, transforma por completo la experiencia. Nos vuelve cómodos, sí, pero también pasivos.
La WEB pierde terreno frente a sus propios silos
El problema no es solo que la IA resuma. Es que los resúmenes matan la conversación. La inteligencia artificial no te lleva a ninguna parte. No te sugiere leer más. No te hace dudar. Solo responde.
Y si respondemos sin dudar, ¿qué queda de la curiosidad?
Surge entonces una teoría que hace unos años sonaba a broma paranoica: la teoría del internet muerto. Expertos como Toby Walsh lo repiten con voz de trueno: más del 50 % del tráfico web ya no es humano. Lo genera la IA. Lo comentan bots. Lo replican otras IA. Incluso se escriben artículos enteros, noticias completas, sin una sola intervención humana. Las visitas humanas no caen, se desploman. Y lo que no se visita… ¿sigue existiendo?
“El silencio no siempre es paz. A veces es desconexión”
¿Y ahora qué? ¿Enterramos la WEB con una lápida pixelada? No tan rápido. Si algo he aprendido en esta travesía es que la esencia de la web está herida, pero no muerta. En medio del ruido, encuentro señales de resistencia. Foros pequeños, blogs artesanos, boletines escritos por personas reales. Comunidades digitales que se rehúsan a vivir solo en plataformas mainstream.
Una especie de regreso al hogar. Un retro-futuro inesperado, donde los vínculos importan más que el algoritmo. No es una moda, es una reacción. Un reflejo del alma humana que no se resigna a leer resúmenes. Porque el deseo de explorar sigue vivo, aunque lo intenten domesticar.
La IA domina la información, pero no puede reemplazar la humanidad
La diferencia está en la experiencia. Un resumen de IA puede decirte qué ocurre en “Moby Dick”, pero no puede llevarte a sentir el rugido del mar ni la obsesión que consume al capitán Ahab. Puede explicarte la trama de una novela de García Márquez, pero jamás te hará oler el Caribe. Porque la inteligencia artificial no vive. Solo calcula.
El contenido creado por humanos —con sus errores, con sus matices— es imperfecto, pero real. Y esa imperfección es lo que lo hace vibrar. Lo que nos hace quedarnos. Lo que nos hace compartir un enlace con alguien que amamos.
La verdadera salvación puede venir de lo artesanal y lo pausado
Y aquí viene la paradoja: cuanto más avanza la IA, más valioso se vuelve lo que no puede imitar. La pausa. El ritmo humano. La historia que no se puede resumir. Los sitios que huelen a persona, no a plantilla.
Como ese viejo blog que vuelvo a visitar una y otra vez, aunque el diseño parezca sacado de 2006. O como esos newsletters que llegan sin pedir permiso y se leen con café en mano. Lugares donde uno se siente acompañado, no manipulado.
“Los enlaces no han muerto, solo se han escondido”
La WEB puede que esté cambiando de forma, pero aún late debajo de la superficie. Como una raíz que persiste bajo la nieve. Solo hay que saber excavar. Y atreverse a seguir un hipervínculo sin garantía de utilidad inmediata.
Porque la WEB no fue creada para responder, sino para conectar. Y mientras alguien siga enlazando, escribiendo, compartiendo… no todo está perdido.
Referencias que aún iluminan
“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.” (Proverbio tradicional)
Toby Walsh sobre la teoría de internet muerto: “el año en el que la red dejó de ser humana y fue dominada por contenido sintético”
Fuente: infobae
Berners‑Lee advirtiendo sobre los muros de redes sociales e importancia de las URLs
Fuente: Google Sites | YouTube
Ideas clave que laten con fuerza
La WEB sin clics no dispara tráfico: medios de calidad están sufriendo caídas drásticas en visitas por la falta de navegación directa.
La IA domina la información, pero no puede reemplazar la humanidad: la esencia narrativa sigue siendo exclusiva del creador.
La verdadera salvación puede venir de lo artesanal y lo pausado: contenido hecho por humanos, lento y profundo, podría recuperar la esencia de la WEB.
Y ahora, querido lector, dejo la pregunta sobre tu teclado:
¿Te resignas a que otros lean por ti o te lanzas a explorar la WEB por ti mismo?
¿Te quedas en el resumen o te sumerges en el texto completo?
¿Aceptas el silencio asistido de la IA o luchas por recuperar el eco de los enlaces?
Yo, al menos, seguiré navegando. Aunque me pierda. Aunque nadie me vea. Porque a veces, lo que no se enlaza… es justo lo que más vale la pena encontrar.