¿Puede una novela gráfica anticipar el futuro de la humanidad? SIMPLICITY es la obra maestra que redefine el cómic del siglo XXI
Simplicity no es solo un título sugerente ni una historia de ciencia ficción: es una trampa emocional que se cierra sobre el lector y lo obliga a mirar el abismo con los ojos bien abiertos. 📘 Cada viñeta es una confesión, cada diálogo, una herida. Terminé de leerla y supe que nada volvería a ser igual. Porque Mattie Lubchansky, con mano firme y trazo provocador, ha creado una obra que no solo anticipa el mañana: lo disecciona.
Lo que Simplicity propone no es una distopía más para entretener a los paranoicos de siempre. Es una fábula futurista en carne viva, una crítica quirúrgica al mundo que estamos pariendo. Y lo hace con una narrativa gráfica que más que leerse, se siente. Como una quemadura. Como un sueño que no quieres olvidar.
Origen: La Novela Gráfica SIMPLICITY Es Tan Aterradora Como Seductora – DIARIO + LIBROS ONLINE
El arte que sangra y susurra verdades incómodas
Desde que vi por primera vez los paneles púrpura de Simplicity, supe que no estaba ante una novela gráfica al uso. El púrpura aquí no es estético: es un grito. Un código emocional. Un semáforo en rojo permanente que advierte al lector: “Lo que vas a ver no te va a gustar, pero necesitas verlo”.
Lubchansky no dibuja: talla con cuchilla. Las viñetas son profundas, punzantes, casi táctiles. Hay cicatrices en cada personaje, no por morbo, sino porque este mundo duele. Y en el centro de esa geografía emocional está Lucius Pasternak, un académico trans que no busca adoctrinar a nadie, solo entender un mundo que ya no entiende.
«No hay monstruos más aterradores que los que uno aprende a querer»
Lucius entra a la comunidad de Simplicity como si entrara a una madriguera. Pero no hay conejo blanco: hay cultos, traumas, jerarquías suaves disfrazadas de armonía, y una criatura, La Lamentación, que parece salida del subconsciente colectivo. Y sin embargo, nada de eso resulta ajeno. Porque lo que Simplicity retrata es exactamente eso: cómo aprendemos a convivir con nuestras propias distorsiones.
Cuando los cómics dejaron de ser fantasía para convertirse en crónica
Hay algo que me obsesiona desde que cerré el libro: la sensación de haber leído no un cómic, sino una especie de noticiero de lo que viene. Ya no se puede hablar del cómic como un medio marginal. Desde hace más de una década, las novelas gráficas se han transformado en periodismo del futuro, en ensayos ilustrados sobre lo que no queremos ver en el presente.
Y Lubchansky lo sabe. No es casualidad que Simplicity aparezca justo ahora. Llega en un momento donde la narrativa gráfica se ha vuelto más necesaria que nunca. Como se explica en esta entrevista, Mattie no ilustra para entretener, sino para advertir. Como un chamán con marcador.
«Si quieres saber cómo será el mañana, escucha cómo se mienten hoy»
Desde Boys Weekend hasta esta nueva entrega, Mattie ha evolucionado hacia una forma brutalmente honesta de narrar. En lugar de dulcificar el trauma, lo expone. En lugar de glorificar identidades, las humaniza. Y esa es quizás su mayor victoria.
La representación que no pide permiso
Lucius Pasternak no es un héroe trans porque necesitemos uno. Lo es porque así es el mundo real: complejo, contradictorio, sin estereotipos ni moralejas. No hay discursos vacíos, no hay “momentos didácticos”. Solo está él, con su miedo, su inteligencia, sus decisiones. Y eso basta.
La representación de personas trans en los cómics ha recorrido un camino largo y lleno de clichés. Pero con autores como Lubchansky y publicaciones como esta lista, ese ciclo se está rompiendo a favor de una narrativa más humana y natural.
¿Qué es una comunidad cuando ya no confiamos en nadie?
La comunidad de Simplicity no es un culto, o al menos no uno clásico. Es un grupo de personas buscando otra forma de vivir, como tantos hoy en día, entre cooperativas, ecoaldeas, cápsulas urbanas y otros experimentos. La pregunta no es si son peligrosos, sino si están más cuerdos que el resto de nosotros.
Como se discute en este análisis, los cómics sobre cultos han crecido en popularidad, pero pocos logran lo que Simplicity hace: no convertir la diferencia en un freak show, sino en espejo. Uno donde vemos nuestro propio anhelo de pertenencia… y también nuestro miedo a disolvernos en lo colectivo.
«La pertenencia es un lujo que pocos se pueden permitir»
Lubchansky no sataniza la comunidad. La entiende. La retrata con ternura y sospecha. Como si dijera: “Esto también podrías ser tú”.
Retrofuturismo con entrañas
La estética de Simplicity es un manifiesto en sí misma. Nada de tech brillante, ni ciudades flotantes, ni minimalismo distópico al estilo Silicon Valley. Aquí el futuro es retro, sucio, visceral. Hay teclados mecánicos, ropa que parece sacada de 1978 y una arquitectura que más que futurista, es arqueológica.
Y ahí está la trampa: en un mundo obsesionado con lo nuevo, volver a lo viejo puede ser el gesto más subversivo. Como explora este ensayo, el retrofuturismo tiene un poder simbólico: el de recordarnos que no todo lo moderno es avance. A veces lo moderno es cárcel.
Lubchansky y Dick: paranoia como método
Hay algo profundamente dickiano en la obra de Mattie. Esa sensación de que la realidad está a punto de desmoronarse, de que nada es lo que parece, pero todo es peor de lo que parece. Como se ve en este artículo, las conexiones entre el trabajo de Philip K. Dick y la narrativa gráfica son tan naturales como aterradoras.
La criatura llamada “La Lamentación” en Simplicity no es un monstruo con tentáculos: es un trauma colectivo. Un susurro que todos oyen pero nadie reconoce. Como los algoritmos. Como el miedo a salir de casa. Como la culpa heredada.
¿Hacia dónde va la narrativa gráfica desde aquí?
Lo que Simplicity nos deja no es una predicción: es un diagnóstico. Las historias que se vienen —como las de estos autores emergentes— ya no buscan agradar. Buscan sacudir. Si antes el cómic era evasión, ahora es confrontación.
Y ese cambio es irreversible. Hay una generación entera que ha aprendido a contar sus historias con imágenes, porque las palabras se han vuelto sospechosas. Porque en la imagen hay algo irrefutable.
La pregunta que no queremos hacernos
¿Estamos listos para lo que viene?
No hablo del futuro con coches voladores. Hablo de lo que ya está ocurriendo: los sistemas que fallan, las verdades incómodas, las nuevas formas de familia, las viejas formas de opresión con nombres nuevos.
Lubchansky no nos da respuestas. Pero nos da herramientas: personajes complejos, comunidades extrañas, monstruos simbólicos y belleza en lo roto. Lo que hagamos con eso, ya es decisión nuestra.
“El arte no consuela, pero sí acompaña”
Cuando cierro Simplicity, me quedo con una sensación extraña. Algo entre la melancolía y la claridad. Como si hubiese asistido a una ceremonia secreta. Y quizás eso sea el verdadero arte: no darnos paz, sino dirección.
Como dijo alguna vez Ursula K. Le Guin:
“La función del artista no es ofrecer consuelo, sino transformar la conciencia.”
Y Simplicity, sin duda, lo logra.
¿Y tú? ¿Estás preparado para el futuro que estás dibujando con tus propias manos?