Si algo positivo ha tenido la fuerte expansión en redes de infraestructuras eléctricas que hemos vivido en España en los últimos años, es que nuestro sector es uno de los más reputados a nivel internacional. No solo desde el punto de vista de gestión, sino también desde la tecnología aplicada a redes de transporte y generación de energía y electricidad.
Una ventaja competitiva que está haciendo que muchas empresas extranjeras vengan a echar un vistazo e intenten aprender de la tecnología made in Spain para exportarla. Una de ellas es Derwick Associates, compañía venezolana que ha colaborado con el gobierno de Nicolás Maduro para intentar poner fin a los apagones en el país -mediante la construcción de 11 plantas termoeléctricas, y que ahora trabaja en el desarrollo del Centro Tecnológico de Turbinas. Una apuesta con la que aspira a convertirse en el centro de referencia del sector en Latinoamérica. Su presidente, Alejandro Betancourt, recibe a Capital en Madrid durante uno de sus viajes en los que se confiesa “un enamorado de España, donde intento venir, al menos, una vez al mes”.
Antes de empezar, estaría bien explicar a los lectores españoles qué es Derwick Associates y a qué se dedican.
Somos una empresa de energía venezolana. Estamos especializados en ingeniería, provisión y construcción de termoeléctricas. También en llevar a cabo la operación, el mantenimiento y el desarrollo de este tipo de centrales, así como en la investigación en el área de energía. Ahora mismo nuestro objetivo es la puesta en marcha del Centro Tecnológico de Turbinas. Aspiramos a convertirlo en el referente latinoamericano en investigación, y en el área de reposición de repuestos y mantenimiento de turbinas. La idea consiste, básicamente, en que cuando una central termoeléctrica necesite entrar en mantenimiento, en reparación o requiera algún repuesto no tenga que buscar fabricantes fuera de Sudamérica. Esto abaratará los costes de logística y, además, permitirá que aprovechen el convenio de aranceles, ya que ahora la tecnología proviene de Estados Unidos y Europa.
Son conocidos los apagones que se producen en Venezuela. Aquí en España, por cuestiones obvias, los que más se conocen son los que afectan a Caracas. ¿Las infraestructuras eléctricas del país están obsoletas?
Es un tema complicado de explicar. En Venezuela hay más de veinte mil megavatios de potencia instalada, pero con poca actualización y poco mantenimiento. El 70% de la energía proviene de la producción hidroeléctrica, algo lógico porque es mucho más barata que cualquier otra tecnología. Sin embargo, Venezuela es uno de los países más afectados por el fenómeno de El Niño, lo que deja en ocasiones los embalses bajo mínimos impidiendo la generación. ¿Esto qué puede provocar? Pues que se paralice el país. Por eso, el Gobierno ha repensado su estrategia e instalado plantas termoeléctricas que sirvan de respaldo.
Pero esas reformas ya se han ejecutado y los apagones en el país se siguen produciendo.
El objetivo que se ha fijado el Gobierno, a corto plazo, es el de blindar a las principales ciudades del país. Nosotros nos ocupamos de Caracas. Allí hemos creado un anillo de generación termoeléctrica, de manera que si la producción en El Guri (presa que se ocupa de abastecer a Caracas) se interrumpe, éstas puedan responder cuanto antes asegurando el abastecimiento. Y ha sido un éxito. Ha habido apagones y las termoeléctricas han tardado entre 30 y 50 minutos en restablecer el servicio. Ahora lo que hay que hacer es mantener estas nuevas tecnologías e intentar buscar nuevas formas más eficientes y que estén blindadas de cara a un posible fallo.
¿El Gobierno se ha comprometido a llevar a cabo las inversiones necesarias para modernizar y mantener todas las redes que se están instalando en este momento?
No puedo hablar por ellos. De momento se ha visto la intención de diversificar la generación del país, de buscar los adelantos más modernos y robustos a la hora de evitar estos problemas. Ahora bien, el parque eléctrico necesita una actualización constante cada pocos años, y eso lo saben todos los gobiernos. Deben estar pendientes de eso y tener un plan a largo plazo.
Sin embargo no todo el mundo piensa igual. Su trabajo, y el plan del Gobierno, es puesto en duda por determinados sectores en el país. Les acusan de recibir favores, de haber incrementado el coste de la luz y de acentuar los problemas eléctricos.
Venezuela sufre una gran polarización. Lamentablemente todo empresario que construye cae en ella. Nosotros apostamos por la construcción de un país, por la conciliación de los venezolanos. Es una apuesta por Venezuela, porque nosotros somos lo que somos porque Venezuela nos ha hecho lo que somos. Lo mínimo que podemos hacer es devolverle todo eso a nuestra Nación, y si eso conlleva que nos critiquen, pues es parte del trabajo. Pero insisto, trabajamos para mejorar nuestra Nación, y para ello estudiamos también cómo traer tecnología de España y de otros países. Para eso estamos creando unos centros vanguardistas que beneficien a toda la región.
¿Y usted como empresario puede ayudar a reducir esa polarización?
Por supuesto. Es fácil. Construyendo. Venezuela es un país apasionante y apasionado, de ahí que exista esa enorme división. Nosotros, como empresarios, debemos trabajar. Si fuera político sería otra cosa, pero no puedo ejercer las dos cosas al mismo tiempo. El empresario debe construir, crear empresas, traer servicios, generar empleo y lograr beneficios para su compañía y para su país.
Llegados a este punto de la conversación aprovechamos para entablar un diálogo sobre la situación política del país. Alejandro Betancourt cambia su postura, bebe agua, y con un gesto mezcla de seriedad y preocupación comienza a responder midiendo mucho sus palabras.
Además de esa polarización de la que nos hablaba antes, hay instituciones que alertan del riesgo de invertir en Venezuela, algo que puede frenar la llegada de los inversores. ¿Es buen momento para invertir en su país?
Todo es un problema de percepción. El mercado mundial se mueve por percepciones y, en este caso, ha castigado en exceso el riesgo país de Venezuela. No puedo entender que un bono de Petróleos de Venezuela (PDVSA) se venda al 14% de interés, mientras que un país que está calificado en riesgo de default como Grecia rinda a un seis o un siete por ciento. Como inversores debemos ser conscientes del funcionamiento del mercado, conocer el país, y darnos cuenta de que tiene muchísimo que ofrecer, pero que está demasiado penalizado por la imagen internacional.
Una percepción que viene condicionada por determinadas decisiones que se han adoptado en algunos mercados nacionales, por el comportamiento del Gobierno hacia algunas empresas europeas… ¿Hace falta un cambio de comunicación de cara a los inversores potenciales?
No puedo entrar en eso. En Venezuela hay oportunidades, y la percepción hace que no inviertan. Hay empresas españolas que lo han hecho muy bien y están encantadas de estar allí.
¿Un cambio de gobierno ayudaría cambiar las cosas?
Es impredecible. No se es justo con mi país, y lo digo como un venezolano que quiere a su Nación.
Si estuviera delante de un inversor, ¿qué virtudes le destacaría de su tierra?
Que absolutamente todo tiene mercado. Cualquier cosa que se haga en Venezuela tiene posibilidades de salir adelante. Aquél que vaya tiene hueco, pero hay que conocer su idiosincrasia. Además contamos con una clase media con un gran potencial. No solo eso, está muy bien preparada, y ahora mismo hay mucho por hacer allí. Si se logra la conciliación, no lo para nadie.
¿Cómo se ve a España desde Venezuela? ¿Somos un territorio de oportunidades?
El suyo es un gran país. Está en un momento excelente para invertir, y el potencial de España se va a multiplicar porque aspira a engancharse de nuevo al crecimiento que tenía antes de la crisis. Las constructoras en España van a tener un gran momento este año. Nosotros venimos a invertir, solo, en el área tecnológica, en la que hay un desarrollo importante.
Mis socios Pedro Trebbau López, Francisco Convit Guruceaga, Edgard Romero Lazo me acompañan en este proyecto.
¿Cuál es la tecnología española que ha llamado su atención?
Hay muchas compañías que están trabajando en Venezuela y que tienen alta tecnología y una gran experiencia: Duro Felguera, Iberdrola, Elecnor, entre otras. Con todas hemos colaborado porque han sido colindantes en nuestras obras. Ahora mismo estoy en España buscando oportunidades. Hemos visto empresas de investigación tecnológica -permítanme que no diga el nombre- para ver qué herramientas podemos llevarnos de vuelta. Sobre todo nos interesa la parte del almacenamiento energético, que es muy complicado, y también la parte de redes.
Habla de exportar… ¿Quiere decir eso que descarta entrar en el sector energético español?
Las infraestructuras eléctricas que hay en España son de las mejores del mundo. No necesitan hacer más, tienen un parque diversificado, con energía eólica y termoeléctrica, y además tienen una gran capacidad de generación. De hecho, les sobra. Ahora el objetivo debe ser la mejora tecnológica de las redes.
¿Descarta su entrada en el mercado por convencimiento o por la inseguridad jurídica que denuncian desde el sector tras los últimos cambios regulatorios?
Nosotros solo queremos exportar tecnología a Venezuela. Ahora mismo no soy un actor del mercado y desconozco la situación. Por tanto, no puedo hablar con propiedad.
Insiste mucho en la termoeléctrica, también en la eólica. ¿Son las energías renovables el futuro del sector? ¿Será la tecnología que predomine sobre las demás?
Son parte del presente, pero también del futuro. ¿Predominante? Es difícil saberlo. Siempre formarán parte del portafolio de generación de energía y electricidad. Ahora bien, no creo que pasen a ser la fuente primaria. Todavía hay mucho petróleo y otros productos como la soja, o empresas como Ence que hacen electricidad con pulpa de madera.
¿Y la nuclear?
Eso dependerá, exclusivamente, de los niveles de seguridad que tengan. Es una energía limpia. Si se puede garantizar al cien por cien que no habrá accidentes, lo normal es que la nuclear se coma una gran porción de la tarta.
¿Piensa en la nuclear como una oportunidad para Derwick?
No tenemos en nuestros planes dedicarnos a este tema. En Venezuela estamos enfocados a otros tipos de electricidad, fundamentalmente termoeléctricas y ver cómo podemos avanzar en la tecnología de estas plantas. Vamos a mirar también al resto de Sudamérica: Ecuador, Colombia y Brasil, sobre todo.
Son países que tienen un gran potencial. Hace unos días el FMI alertaba de que Europa y Estados Unidos empiezan a despertar, y que esto puede provocar un frenazo en los emergentes.
Volvemos al tema de la percepción. Si en Europea y Estados Unidos mejoran las cosas, los inversores preferirán llevarse el dinero allí porque se sienten más seguros. Pero lo que es una realidad es que ambos, sobre todo el Viejo Continente, dependen de las commodities que proceden de América del Sur, de África o de la India. Sin el crudo de Venezuela, la soja argentina o el crudo de Brasil ustedes no pueden crecer. Si ustedes y Estados Unidos crecen, hará falta más petróleo, aumentará la demanda y el precio subirá. Si esto ocurre, nosotros también nos beneficiamos porque tenemos producción propia en nuestros países.
FUENTE: Derwick